Entonces, ella se paró de la cama, apagó el televisor y se dirigió a la cocina.
Como si fuese un alma en pena, ponía cereales y leche en un recipiente, sintiendo cierta alegría melancólica, porque al fin comprendió que alguien más había pensado lo mismo que ella. Recordaría para siempre y olvidaría en la mañana siguiente, que ese fue el día en que notó que alguien más había cumplido su sueño: poder escribir sobre cada detalle, cada sensación, sin importar cuán complicado fuese, porque existirá el consuelo de que al menos unos pocos podrían comprenderla. Se cumpliría su sueño de relatar el día completo de una mujer, y poder reflejar cuan desdichada se puede ser, sin necesidad de que se remeza el mundo, o su mundo.
Alegría melancólica de alma en pena que comprende que alguien más contó la historia de una mujer como ella, feliz como ella, infeliz como ella, que vive el pesar de las horas, de lo común y de la tormenta interior escondida tras una sonrisa efímera. Alguien más comprendió que un detalle insignificante para el resto, puede significar el cambio rotundo del destino de una mujer como ella. Se necesita comprender la vida, se necesita comprender el destino, comprender la libertad y las amarras, comprar un ramo de flores por ti misma, y salir al mundo, salir a la vida, o al suicidio merecido tras obra terminada.
2 comentarios:
Me atrapó.
Desde el principio.
Hasta el final.
PS: llegué a travéz del blog de Romancero Urbano
;)
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