miércoles, 12 de marzo de 2008

Tres Opciones Por Una Silla.

En la vida, tengo tres opciones.
La primera, mirar hacia al frente y conversar hacia atrás, siguiendo el camino, siempre igual… ya me he acostumbrado.
La segunda, un poco más compleja y constante, es mirar hacia arriba y hablar hacia el cielo, la más usual debido a mi situación de persona normal. Creo que mi garganta ya está un poco cansada debido a los constantes estirones que sufre, además de los constantes aullidos y graznidos que salen de mi boca cuando esta intenta llegar al cielo.
La tercera opción, es mirar hacia el frente y conversar en la misma dirección. Me gustaría hablarte un poco más sobre esta última manera de comunicarme, ya que me es un poco difícil. No, no me malinterpretes, no es por el esfuerzo físico que tengo que hacer para lograr este tipo de comunicación, ya que sinceramente… el esfuerzo, es nulo. En realidad me es difícil este tipo de diálogo porque para poder comunicarme de esta manera se necesitan dos cosas que al decir verdad, en estos días son bastante difíciles de encontrar. Estas son atención y cariño, las cuales deben provenir de la persona que habla conmigo.
¿Porque es difícil? Porque siento que en este mundo cada vez son menos las personas que se acercan a hablar conmigo.
¿Creerán acaso que por estar sentado seré una peor persona? ¿Creerán acaso que si se acercan y me miran a los ojos yo lloraré porque la vida ha sido injusta conmigo?
Pues si eso piensan, están equivocados. Soy una persona normal, común y corriente que siente igual que todos y lo único que nos hace diferentes es que desde esta silla, la vida se ve desde otro ángulo.
Aunque, deben tener un poco de razón, pues ahora que lo pienso, no es fácil estar en una silla de ruedas, no es fácil tratar de vivir a costa de enormes mesones, escaleras eternas, y sobretodo, depender del sacrificio de mi independencia, de mi libertad y de mi soledad.
Y si, puede que tengas razón, de hecho creo que la tienes... hablar hacia atrás me es doloroso. Me duele que el sólo hecho de que una persona se ponga a mis espaldas y haga un sacrificio de amor tan grande como lo es acompañarme. Me duele que alguien tenga la amabilidad de llevarme para que yo no gaste mis aún escuálidos brazos. Me duele. ¿Quieres saber porqué? Te lo voy a decir. Me duele porque cada vez son menos los que se sacrifican por los demás y yo, conciente de esta atrocidad, no puedo hacer más que recibir estos gestos heroicos. Me encantaría ser tu, tener esas piernas e ir corriendo donde alguna persona como yo, que este postrada en una silla, en un par de muletas, en una cama… usar mis piernas para que me lleven donde están ellos, los que miran la vida de otra manera. Ajustarme a su medida, ponerme frente a frente o a sus espaldas, a su lado... y decir “estoy aquí, para ti”.
¿No te parece el mejor regalo?

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Bienvenido

Bienvenido, a la plaza
Bienvenido, a clases
Bienvenido, a mi almohada
Bienvenido, a un mundo nuevo
Bienvenido, a mi mundo
Bienvenido, si quieres sentir
Bienvenido, si quieres reír
Bienvenido, si quieres llorar
Bienvenido, si quieres conocerme
Bienvenido, si quieres desecharme

Bienvenido al lugar donde el alma se desprende del cuerpo, para hablar a través de los dedos.
Bienvenidas las desdichas y las alegrías.
Bienvenido al lugar donde los corazones se unen por cuerpos abandonados.